Chiantla es un pueblo de origen precolombino que tuvo por nombre
Talbín, que en idioma mam significa “agua que se bebe”, que seguramente fue
conquistado por los españoles, luego de la caída de Zaculeu en 1,525.
De acuerdo con la obra del cronista dominico Fray Antonio De Remesal,
la población de Chiantla fue fundada alrededor del año 1,540, cuando los
misioneros dominicos procedieron a congregar o reducir en pueblos a la
población dispersa de la región de Huehuetenango.
Se supone que el asentamiento original del pueblo de Chiantla estuvo en
el sitio ocupado actualmente por la aldea El Pino, donde se encuentra vestigios
de una iglesia y de otras construcciones y que es conocido como Chiantla Viejo.
Hacia el año 1,600 los misioneros mercedarios se hicieron cargo, al
igual que en el resto de Huehuetenango, de la parroquia que era conocida con el
nombre de nuestra Señora de la Candelaria de Chiantla, y a la cual pertenecían
como pueblos de visita Aguacatán, Chalchitán, Todos Santos y San Martín
Cuchumatán.
Alrededor del año de 1,540 el encomendero español Juan de Espinar, que
había participado en la conquista de Guatemala junto con Pedro de Alvarado y
que tenían en encomienda el pueblo de Huehuetenango, descubrió las minas de
plata y plomo de Chiantla, las cuales en los primeros años le reportaron
ingresos superiores a los 8,000 pesos anuales. Esas minas fueron explotadas
durante toda la época colonial y seguramente una de ellas es la que fue
conocida con el nombre de Torlón a partir del año 1,700. se supone que de estas
minas salió la mayor parte de la plata que se utilizó en Guatemala durante la
época colonial, y aún en la época de Rafael Carrera, pero su producción nunca
tuvo la importancia que a nivel regional tuvieron las minas de Honduras.
A partir de mediados del siglo XVII (1,650) fue de gran importancia la
actividad ganadera, especialmente de ovejas en la zona de los altos de
Chiantla, donde se formaron las grandes haciendas de Chancol, la Capellanía y
el Rosario, gracias a las condiciones favorables para crianza de ovejas que
presentaban los pastos de las praderas de montañas de esa zona.
Entre las haciendas destacaron los tres mencionadas arriba que en 1,725
fueron reunidas en una sola, llamada Hacienda de Moscoso, que a la muerte del
propietario el Capitán Domingo Moscoso, en 1,725, tenían más de 12,000 ovejas.
Por el año de 1,750 dicha hacienda fue adquirida por Francisco Ignacio de
Barrutia, quien le agregó más tierras, para formar un inmenso latifundio de 500
caballerías (21,250
hectáreas) y más de 20,000 ovejas.
A finales del siglo XVIII el español Joaquín Montó y Prats se convirtió
en el propietario de la hacienda Moscoso, la cual, gracias a unas remediciones
llegó a un máximo de 525 caballerías.
Esta actividad ganadera permitió también el surgimiento de la actividad
de producción de tejidos de lana, especialmente en Chiantla y Huehuetenango. El
pueblo de Chiantla se convirtió en sede de dos concurridas ferias anuales, que
se combinaban con ceremonias de culto a la Virgen de Candelaria, las que se
realizaban el 2 de febrero y el 8 de septiembre.
El auge lanero terminó a principios del siglo XIX. en 1,840, cuando el
viajero John L. Stephens visitó la zona, ya no había rastro de la riqueza
ganadera.
En el año 1,770 cuando el arzobispo Cortés y Larraz realizó su visita
pastoral, la población de Chiantla ascendía a 438 personas de las cuales, la
mayoría (259) eran ladinos.
El edificio del santuario de la Virgen de Candelaria data del año 1772,
en tanto que el edificio municipal y su torre, fueron construidos en 1887.
Entre los años 1,881 y 1,885, la cabecera departamental fue trasladada
a Chiantla. Posiblemente en ese año, y como compensación por el retiro de la
sede departamental, se le otorgó la categoría de villa a la población, pues no
se pudo encontrar información en las fuentes consultadas sobre la fecha del tal
suceso.
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